“Un acuerdo con LLA es malo para el PRO, para la gente y para el país. Mientras el kirchnerismo sea la segunda fuerza, no habrá progreso”. La frase de María Eugenia Vidal, hasta la semana pasada una de las patas de la mesa macrista, expresa el rechazo abierto a la decisión de Mauricio Macri de alinearse con el mileísmo en la ciudad de Buenos Aires de cara a las elecciones de octubre.
Mientras Cristian Ritondo, jefe del bloque del PRO -y por lo tanto de Vidal- en la Cámara de Diputados, y Guillermo Montenegro, intendente macrista de Mar del Plata, se probaban unos buzos violetas para sacarse una foto de campaña con el presidente Milei en una derruida escenografía en La Matanza, la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires cocinaba su negativa a la iniciativa del presidente y fundador de su partido.
Heidi
María Eugenia Vidal, para buena parte del público, salió en estos días de las sombras en las que entró después de su estrepitosa derrota electoral frente a Axel Kicillof en 2019. Había llegado a la gobernación, sin aparato, ajena al sistema político de la más compleja y vasta provincia argentina, quebrando el dominio del PJ a lo largo de 28 años. Aníbal Fernández, su rival en 2015, la “sobraba” con el mote de “Heidi”, cometiendo el grueso error de resaltar el contraste con su propia figura.
Uno de los periodistas más sofisticados del país me dijo que era la única persona del sistema político argentino a la que no podía sacarle la ficha. “Siempre termino encontrando un punto débil, un lugar en el que se revela la impostura, pero en su caso no pude”, reflexionaba, mientras Vidal era gobernadora de la provincia.
María Eugenia Vidal rechazó el acuerdo del PRO con La Libertad Avanza: "No la comparto ni acompaño"Hubo un cruce televisivo con Diego Brancatelli, en agosto de 2017, que se viralizó y dejó una marca en el imaginario argentino. “¿Estado presente? Presentes los punteros, los narcos, ¿y me hablás de compromiso con los pobres? Me rompo el alma y el que te jedi recorriendo el conurbano. A mí la pobreza no me la cuenta nadie”, replicó la gobernadora al periodista, dándole al PRO la cuota de sensibilidad social ausente en la imagen que irradiaba su líder. La que hablaba no era la cientista política de la Universidad Católica, era la chica del barrio de Flores, dueña de una voz que transmitía una potencia y una autenticidad que nadie más lograba en el “partido de los Ceos”.
La entrevisté en un momento de quiebre para la Argentina, el 14 de diciembre de 2017. Le pregunté por el detrás de escena del cruce televisivo con Bracatelli. Me confesó que había ido al estudio con sus hijas, quienes eran las que más sufrían su incursión en la política (por amenazas, vivían en una base militar) y que el cuestionamiento a supuestos privilegios desató su reacción.
Le pregunté por los incidentes que empezaban a generarse en las calles por la reforma previsional. “La democracia es disentir pero con respeto”, apuntó.
Vidal se desmarca del acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza: “No vale todo por un cargo”Habían pasado dos meses de la contundente victoria del macrismo en las legislativas y Vidal era el mejor producto del PRO. Cuatro días después de nuestra entrevista, caían 14 toneladas de piedras sobre el Congreso. Era el principio de la debacle del gobierno de Macri.
“¿Hay que decir toda la verdad, todo el tiempo y a todo el mundo?”, le pregunté. Contra lo que pensaría cualquier profesional de la política, me contestó “sí, es el único camino”. Mi camino es el título de su autobiografía, publicada en 2021, en la que ofrece pistas sobre los motivos de su ocaso. Los analistas coinciden en que la entonces gobernadora perdió la oportunidad de preservar su capital político y de darle mejores chances electorales al PRO al no impulsar el desdoblamiento de las elecciones en 2019 y al no encabezar lo que se llamó “Plan V”, su candidatura presidencial. “Me equivoqué en no levantar mi voz, en no hacerla sentir más dentro de mi espacio desde 2018 en adelante para defender mi convicción de que era necesario hacer un cambio, para decir que las cosas estaban mal”, cuenta en su libro. Kicillof le sacó 14 puntos de ventaja en las elecciones de 2019.
Vidal
El hechizo se rompió. Ya no era Heidi ni Mariu. Era, de nuevo, Vidal. Volvía a la Capital, de donde había sido trasplantada como casi todos sus antecesores. Y también sufría la maldición de Alsina, que le cerraba las puertas de la Rosada a todos los que habían gobernado la provincia.
Se había divorciado, iniciaba una relación con el periodista Enrique Sacco (con quien se casó en 2023), se diluía en una diputación nacional que concluirá en diciembre de este año.
Vidal dijo que "la única preocupación" del PRO es que el kirchnerismo vuelva a avanzar en CABAY un día, la semana pasada, volvió a ser protagonista en la discusión pública por finalmente decirle “no” a su padre político en un momento dramático para su partido. La agenda tácita de la reunión con Macri, entre otras cosas, incluía la decisión sobre la renovación de su banca con una nueva candidatura. Pero la alguna vez apodada “leona”, sintió que debía rechazar la sumisión al “león”. “Si vos te fusionás con el partido que gobierna, después estás obligado a apoyar todo, incluso aquello que no creés que está bien”, planteó.
Ella piensa que licuarse en la lista de LLA equivale a acelerar el proceso de extinción del PRO. Para Macri, por el contrario, competir contra el mileísmo en la Capital, después de la categórica derrota del 18 de mayo, implicaría desaparecer.
Pasta o pollo
Vidal acompaña políticas del Gobierno y también se diferencia. Defiende el equilibrio fiscal pero tiene sus matices con la forma en que se “pasa la motosierra”. Cree que debe existir un espacio político que defienda un Estado que funcione en las áreas adecuadas, con obras públicas que salven vidas o políticas públicas que atiendan a las familias con hijos con discapacidad o necesidades de hospitales como el Garrahan. Cree que hay que esquivar las fórmulas maniqueas y el agravio contra el que piensa distinto.
La libertad de acción que dio la conducción del macrismo en los distintos distritos del país, terminó con diez en los que el PRO cerró alianzas con LLA y 14 en los que competirá por separado. Este corte esboza una posible escisión del PRO en la que Vidal aparece como punta de iceberg por su temprano rechazo a la decisión de Macri, aunque insista en que su desplante no implica abandonar el partido en el que desarrolló toda su carrera política.
La ex gobernadora ha elogiado públicamente al chubutense Nacho Torres, integrante del “grupo de los cinco gobernadores” (que completan los mandatarios de Córdoba, Santa Fe, Santa Cruz y Jujuy), conglomerado que apuesta a conformar un espacio parlamentario alternativo al esquema binario de oficialismo y kirchnerismo. “Con el equilibrio fiscal solo no alcanza”, plantean, promoviendo una agenda productivista.
A estas conformaciones se suman otras como Somos, en la provincia de Buenos Aires, que pretende aglutinar a peronistas no k, radicales “sin peluca”, referentes de la Coalición Cívica y no alineados del PRO. Y se agrega el conjunto de candidaturas, en cada provincia, que no responden ni al mileísmo ni al pejotismo k.
Ya hay otros siete diputados del PRO que se alinearon con la posición de Vidal. Estos repliegues invitan a proyectar la posible fisonomía del Congreso antes y después de las elecciones, frente a las necesidades de veto a las iniciativas que amenazan el superávit y, en el futuro, la viabilidad de los proyectos legislativos que impulsen las reformas estructurales que exige la nueva etapa de la gestión.
El interrogante más relevante, para la vida pública, es si existirá en la escena posterior a las elecciones de octubre un espacio con partículas resistentes a la atracción de los extremos y con capacidad de configurar una alternativa cohesionada, una “tercera vía”. O si, por el contrario, nos espera un escenario bipolar que mantenga latente la posibilidad de un movimiento pendular.